jueves, 8 de abril de 2010

Un avión solar que puede volar de noche



Si un avión puede volar noche y día sin combustible, sólo con energía solar, nadie podrá decir que es imposible hacer lo mismo con los automóviles, la calefacción, el aire acondicionado y las computadoras". Con esta frase, Bertrand Piccard no sólo intenta poner en un aprieto a las conciencias del mundo, sino que lo consigue. Este aventurero suizo logró ayer hacer volar durante una hora y media el "Solar Impulse" (Impulso Solar, en español), un avión propulsado exclusivamente por energía solar.

Esta experiencia, en realidad, es apenas una de las pruebas para el reto mayor, programado para dentro de dos años: dar la vuelta al mundo sin escalas y en cinco días.

Pero ayer Piccard, impulsor del proyecto, dio un gran salto. Al mando del alemán Markus Scherdel, el avión despegó sin ruido desde la base militar de Payerne, en el oeste de Suiza, después de varios intentos frustrados por el mal tiempo en los últimos días. El "Solar Impulse", largo y esbelto como una libélula, alcanzó los 1.200 metros de altitud y voló, custodiado por dos helicópteros, durante 90 minutos.

"Ha sido un momento muy intenso para mí. El HB-SIA se ha comportado tal como indicaba el simulador de vuelo. A pesar de su inmenso tamaño y del peso, el control del avión se ha realizado según nuestras expectativas", comentó el piloto, no sin emoción, minutos después de haber aterrizado.

El proyecto es una obsesión de Piccard. "Queremos demostrar lo que podemos lograr con energías renovables", le dijo a la agencia de noticias suiza ATS. Los ingenieros pretenden que el "Solar Impulse" use la energía solar para volar de día y de noche sin combustible.

El avión viaja propulsado por sus cuatro motores eléctricos de 10 caballos de potencia cada uno. Su única fuente de energía son unas 12.000 células fotovoltaicas que recubren sus alas y que alimentan los motores eléctricos, además de permitir recargar sus baterías de litio de 400 kilos de peso.

El tamaño del "Solar Impulse" es curioso. Su envergadura alcanza los 63,4 metros –como un Airbus 340–, y pesa 1.600 kilos, apenas poco más que un auto mediano.
Se trata de la segunda experiencia de este avión, después de un salto de unos 400 metros a muy baja altura realizado en diciembre pasado. "Nunca ha volado un avión de este tipo", remarcó Piccard, de 50 años y tradición familiar en inventos y exploraciones (ver Una familia...). Según recordó, el despegue era "un inmenso punto de interrogación". Pero "este primer vuelo nos ha dado la confianza necesaria para las próximas misiones", dijo con entusiasmo.

André Borschberg, cofundador del proyecto, en el que participan 70 personas, detalló: "La primera cuestión era saber si teníamos potencia suficiente para despegar y la segunda, si podíamos hacer aterrizar este avión".

Eso que aún se considera imposible es la meta que "Solar Impulse" se fijó: concebir un avión capaz de despegar de manera autónoma y de mantenerse en vuelo durante algunos días sin ningún carburante, propulsado por medio de energía captada a través de las células solares montadas en las alas. Como dificultad adicional, la energía captada durante el día servirá no sólo para propulsar el avión, sino también para recargar las baterías y asegurar el vuelo nocturno. El piloto tendrá la necesidad de afrontar el atardecer con las baterías llenas y economizarlas al máximo para poder volar hasta el amanecer siguiente.

El desafío más grande, antes de la vuelta al mundo en 2012, será entonces el primer vuelo de noche.


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